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Humberto Burgos 

International MBA Candidate - em Lyon Business School

Generación 2000


Humberto, dejaste un trabajo con excelentes perspectivas para irte a estudiar a

Francia ¿Cómo surgió la oportunidad?

La inquietud de estudiar en el extranjero la tuve desde que llevaba 5 años de titulado. Los desafíos laborales hicieron que pasara el tiempo más rápido de lo esperado hasta que finalmente tomé la decisión de arriesgarme a cambiar el rumbo con la visión de que al menos me quedaban 30 años para estar profesionalmente activo.


¿Qué buscabas con este cambio?

Mi idea fue abrir los horizontes y expandir la visión fuera de Chile y Latinoamérica. Busqué la oportunidad de actualizarme académicamente y al mismo tiempo ubicarme en un entorno que me aportara una dimensión de mundo que enriqueciera mi perspectiva profesional y personal.


Te fuiste en 2019 y al poco tiempo empezó la pandemia, ¿cómo cambió esta situación lo que imaginabas que serían tus estudios?

El programa, que dura un año, se inició a principios de septiembre y la situación sanitaria empeoró recién en marzo del año siguiente, por lo que tuvimos que completar la última parte del año académico con clases en línea. Durante ese período, debíamos realizar una consultoría en distintos proyectos con empresas lo cual nos hizo difícil el adquirir la experiencia en el entorno corporativo local y también desarrollar actividades académicas y de

camaradería, que forma parte relevante de todo el proceso.


Fue un desafío bastante exigente desde el punto de vista emocional, la mayoría de los compañeros somos extranjeros y nos vimos en una situación de soledad, impedidos de compartir y también de viajar libremente. Sin embargo, tanto las empresas como la universidad tuvieron la suficiente flexibilidad para superar los obstáculos. Dentro de los compañeros también surgieron liderazgos que nos hicieron sentir acompañados, incluso realizando un tipo de periódico diario en que todos compartíamos nuestras experiencias y reflexiones, por ejemplo, cómo procurábamos estar en forma, cocinar y mantenernos motivados durante esta situación inédita y, por lo mismo, inesperada.


¿Por qué elegiste Francia?

Desde hace mucho tiempo me vi atraído por la cultura francesa. Tengo ascendencia que provino del País Vasco francés y también el poder descubrir algo distinto. Desde hace años había estado aprendiendo de forma autodidacta el idioma y me pareció muy atractivo descubrir un entorno corporativo que es distinto, con esto me refiero que generalmente estamos más familiarizados con países de habla hispana o con Estados Unidos.




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¿Fue el idioma una barrera aunque ya llevabas un tiempo practicando?

Debido a los confinamientos forzados, se ha hecho complicado el aprender y practicar el idioma francés. Si bien las clases del MBA son impartidas íntegramente en inglés, la universidad nos dio la posibilidad de seguir cursos de francés de acuerdo al nivel de cada uno.

Algo interesante de estos cursos es que el foco estaba en nuestro desarrollo profesional de manera que pudiéramos manejar los términos necesarios y también comprender el entorno empresarial y laboral del país.


¿Ya terminaste el programa de estudios?

El programa terminó en agosto del 2020 y justo, al finalizar coincidió con el verano. Me dediqué a recorrer y realizar actividades con mis compañeros. Nos fuimos a la playa, fui a visitar a una prima e hice trekking por los Alpes Suizos. Después, durante noviembre y por un mes y medio, se ordenó un nuevo confinamiento con lo que no había mucha posibilidad de proyectar muchas actividades.


¿Cuáles son tus planes para el futuro?

Ahora mis planes son quedarme en Lyon y al tiempo de buscar trabajo, desarrollar proyectos de emprendimiento social con la idea de poder implementarlos aquí en Francia para posteriormente replicarlos en Chile y otros países.


¿Qué actividades distintas a tus estudios has podido realizar para conocer mejor la cultura del país y conectar con nuevas personas a pesar de la pandemia?

La ciudad es muy interesante y cosmopolita. Es también la capital culinaria de Francia. La adaptación a la cultura se va dando naturalmente, al pasear por sus calles, conocer su historia y también es un importante polo de universidades, por lo que simplemente caminar y sentarse en sus riveras a disfrutar del paisaje permite ir conociendo su cultura y compartir con la gente.


El estereotipo de que los franceses son ariscos, aunque fundado, es una exageración. Desde mi experiencia, las personas son muy educadas, amables y acogedoras. Algo super llamativo es la costumbre de saludar con dos besos a todo el mundo, algo que ni la pandemia ha podido erradicar. Mientras más tradicional es el lugar donde uno está, más besos al saludar y despedirse. Una vez me invitaron a una fiesta familiar en un pueblo cercano a Valence y ahí eran tres besos por persona. Al contarle a mis amigos franceses después me dijeron que en algunos lugares pueden ser hasta cuatro “bisous”.