Dos miradas: Ingeniería y literaturaEmpiece escribiendo el nombre de una imagen del sitio o introduzca la URL


Martes 23 de Abril del 2019



Entrevistamos a la ingeniera UC y escritora Mónica Drouilly Hurtado, quien publicó el 2017 el aclamado libro de cuentos Retrovisor, ganador del Premio Mejor Obra Literaria del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, y al también ingeniero UC y escritor Mauricio Paredes, quien desde la década pasada se ha hecho un nombre conocido en la literatura infantil con libros como “¡Ay, cuánto me quiero!” y “Cómo domesticar a tus papás”. Con ellos hablamos sobre la estigmatizada relación de la ingeniería con la literatura, sus trayectorias y por qué no creen en la diferenciación científico/humanista. 


¿Cómo llegaste a la literatura? 


Mónica: Leía bastante desde el colegio, entré a la Universidad por bachillerato y tuve la oportunidad de tomar cursos que aplicaban teoría literaria a distintos textos, empecé a tener herramientas de análisis y ahí me gustó mucho todo lo que se podía hacer con las palabras y comencé a leer muchísimo más. En paralelo estudié Licenciatura en Estética y me especialicé en la literatura. 


Mauricio: A mí desde niño me gustaban los libros, tanto leerlos como objetos valiosos. Mi mamá restauraba libros para el Museo Histórico Nacional, entonces para mí siempre tuvieron un valor con respecto al contenido y al objeto que lo contiene. Y el gusto por inventar historias estuvo siempre, me gustaba mucho la idea de ser inventor, cuando grande.


¿Cómo decidiste dedicarte al 100% a la escritura?


Mónica: Fue un proceso lento y largo entre el 2013 y el 2016. El 2013 mandé un cuento al concurso de Paula y lo gané, eso me hizo más visible para algunas editoriales y recibí algunas propuestas de publicación, en esa época sólo tenía el cuento ganador y no había nada que publicar. Entre 2013 y 2016 empecé a entender cómo escribo, por qué escribo, de qué temas escribo y con qué voz. Ahí me comencé a sentir cómoda con mi escritura y armé el libro de cuentos Retrovisor. En 2016 el banco en el que trabajaba se fue de Chiley tuve el tiempo para sentarme a escribir y responder todas las preguntas que tenía sobre mi proceso de escritura.


Mauricio:Después de haberme titulado y de haber trabajado como ingeniero dije que me iba a dar una oportunidad de cambiar del lenguaje computacional al castellano. Como siempre me gustó leer, escribir e inventar historias, era algo que venía pensando desde chico. Durante la universidad, como es una carrera matemático/tecnológica, necesitaba compensar con música y literatura, y escribí “La cama mágica de Bartolo”, el primer libro que publiqué, con lápiz y papel. Y cuando ya estaba trabajando como ingeniero, yo no estaba casado, no tenía hijos y vivía con mis papás, y conversé con ellos, porque era un buen momento para probar dedicarme a la literatura. La gente me pregunta si mis papás me presionaron para que estudiara ingeniería, pero no, yo libremente estudié ingeniería, y si no resultaba lo de escribir, feliz seguía siendo ingeniero. Mis papás me apoyaron totalmente porque sabían que yo me lo iba a tomar muy en serio y de forma disciplinada, como cualquier proyecto, como se forma una empresa.


¿De qué forma crees que fue importante tu formación como ingeniero? ***Mi formación es como ingeniera. Nunca me formé como ingeniero.


Mónica: Hay un proceso de transformación de un conjunto de ideas en un cuento, para mí eso es muy parecido a transformar cualquier cosa en otra, que es lo que hacen todas las ingenierías. Yo hago eso con las palabras. Mi proceso consiste en pensar, investigar y diseñar mucho antes de escribir. Creo que eso tiene que ver con un enfoque ingenieril frente al proceso creativo.


Mauricio: En dos aspectos muy grandes, uno, en la disciplina, mental y de conducta, para enfrentar un problema complejo y separarlo en partes más simples, atacar esas partes simples, solucionarlas y volver a integrar el problema complejo, eso es una estructura mental que me ha servido mucho, particularmente cuando se hace una historia, que hay personajes, acontecimientos, y querer plantear algo, una problemática artística. Un problema de ingeniería grande se parece a cómo se plantea un libro. Y lo otro es aprender a planificar los esfuerzos. Aprender a complementar el trabajo mental con otras actividades, como el deporte o la música, y eso me sirvió mucho mientras estudiaba la carrera, y eso lo permite mucho el Campus de San Joaquín y la Universidad.


¿Qué tanto crees en la diferenciación de científico y humanista?


Mónica: Creo que eso es bastante dañino, cierra más puertas de las que abre. Muchas veces las dos cosas contestan las mismas preguntas con distintos lenguajes.


Mauricio: Yo no creo que sea correcto separar a los niños, especialmente a temprana edad, y decirle: mira, tú eres malo para las matemáticas. Eso me parece que es encasillarlos negativamente de una manera que puede tener consecuencias súper nocivas para su desarrollo como persona, porque el pensamiento matemático y la lógica científica deberían ser propios de cualquier persona pensante. Lo mismo digo para los científicos, que deben desarrollar la parte humanista y artística.


¿Eres un/a ingeniero/a que escribe o un/a escritor/a ingeniero/a?


Mónica: Soy 100% las dos cosas, no veo un “pero”, soy ingeniera y soy escritora. 


Mauricio: Yo creo que soy una persona que le encanta inventar cosas. La creatividad es lo que siempre me ha llamado, y eso lo asocio con la exploración mental. Más bien soy un ser creativo que canaliza esta creatividad en el aspecto del ingenio, de la ingeniería, o del ingenioso en la literatura.


¿En qué estás trabajando ahora?


Mónica: Acabo de fundar la editorial Noctámbula, hago producción teatral, eventos literarios y culturales. Estoy trabajando también en la escritura de unos textos teatrales y un par de novelas que estoy retomando. A fin de año debería publicar una novela llamada Jacqueline. Uno de los textos teatrales que estoy trabajando ahora se llama Lovelace y tiene como personaje a Ada Lovelace, matemática inglesa hija de Lord Byron, reconocida por su aporte a los algoritmos para las máquinas de cálculo, según muchos podría ser como la abuelita de internet.


Mauricio: A fin de año espero que se publique un libro mío con la editorial Santillana que se llama “Almas de la Tierra”, que es para adolescentes. Es un libro que le tengo mucho cariño, habla sobre la amistad en una situación de conflicto. Trata de la construcción de una central eléctrica en el sur en un pueblo, y hay una tensión con respecto al impacto ambiental, social y económico que esto tendrá. Traté de plantear puntos de vista abiertos, honestos e inteligentes, no es los buenos contra los malos. 




/s/lietratura2.jpg?v=1   .   


   .   


   .   


   .   


   .         .        .   


    .   




    .